Normalmente se piensa que la frase “Dios ha muerto” es del controvertido filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Inclusive se llega a afirmar que “Nietzsche mató a Dios”. No obstante, pocas personas saben que el germano no fue el primero en utilizar dicha frase en su obra La gaya ciencia, escrita en 1882, y por supuesto en el libro que la volvió popular: Así habló Zaratustra, creado entre 1883 y 1885.

La polémica frase aparece también, y con fecha anterior, en La fenomenología del espíritu, trabajo del también filósofo alemán Friedrich Hegel, publicada en 1807. También aparece en la famosa obra literaria Los hermanos Karamazov, del laureado escritor ruso Fiódor Dostoyevski y publicada en 1880.

En todo caso, si la mayor parte de la gente conoce la frase por Zaratustra, ¿qué quiso decir Nietzsche con ella?

Nietzche y su Dios ha muerto

Con la famosa afirmación, Nietzsche hace una analogía con la ausencia de esperanza, autoridad, moral, orden y fe en la humanidad. También refiere  la “muerte de Dios” como un preludio para el nacimiento del nuevo hombre, el hombre superior o super hombre, mismo que, según el autor, habrá de surgir una vez que el hombre adquiera conciencia plena de la magnitud de su acto insurrecto y de su propia naturaleza:

“…frenético o loco, cierta mañana se deja conducir al mercado. Llevando una linterna en sus manos no dejaba de repetir: «¡Busco a Dios!» Allí había un grupo de ateos que no paró de reírse. Los descreídos, mirándose unos a otros, se decían: «¿Se habrá perdido?» «¿Se encuentra extraviado?». Y agregaban: «Se habrá ocultado». «O tal vez tenga miedo». «Acaso se habrá embarcado o emigrado». Y las risas continuaron. Al loco no le gustaron esas burlas y, acercándose a ellos, les espetó: «¿Qué ha sido de Dios?». Con una mirada fulminante agregó: «Os lo diré. Lo hemos asesinado. Vosotros y yo lo hemos matado. Hemos dejado a la Tierra sin sol, sin orden, sin aquél que podía conducirla… ¿Hemos logrado vaciado el mar? Vagamos como a través de una oscuridad infinita». Y en tono interrogativo y con énfasis continuó, afirmando que nos roza el vacío y que la noche se hace más noche y más profunda, y que se se vuelve un acto indispensable encender linternas a la mitad del día. Aseguró que se puede escuchar a los sepultureros enterrando a Dios, agregando que posiblemente tengamos que oler el fuertehedor de la putrefacción divina, pues, desde luego, los dioses también se pudren. Y continuó afirmando que lo más sagrado y lo más profundo se ha desangrado bajo nuestro cuchillo, cuestionando, al mismo tiempo, si se podría encontrar un agua capaz de limpiar la sangre de la hoja asesina. Y acto seguido puso en tela de juicio que la grandeza de este acto fuera propiamente humana. Y entendía que toda la posteridad se agigantaba con la magnificencia de este acto. Enfureció y echó al suelo su linterna y creyó reconocer que se había metido muy pronto entre los hombres. Concluyó que los oídos humanos no estaban todavía preparados para escuchar tales verdades. Porque el rayo, el trueno, la luz de los astros, y los actos más heroicos de los hombres requieren su tiempo para llegar. Y este último acto citado se encuentra más lejos que el más lejano acto. Los hombres nada saben de esto y son ellos los que han cometido el acto.
Dicen que el loco ese día penetró en varias iglesias y entonó un requiem æternam deo. Y cuando era arrojado esgrimía reiteradamente su argumento: «¿Qué son estas iglesias, sino tumbas y monumentos fúnebres de Dios?».

Así, a través de su Dios ha muerto, Nietzsche reforzaba su concepto del super hombre o Übermensch, que habría de despertar algún día esgrimiendo un mayor nivel de conciencia y capacidad.

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