En realidad se trata de una convención, por más que hoy en día estemos familiarizados con estos colores y los asociemos inmediatamente con los conceptos de alto y siga. En realidad, los colores de los semáforos son herencia del ferrocarril, y yendo más atrás, del mundo marítimo, ya que los barcos tenían un código de colores para indicar el paso: rojo babor y verde estribor.    Los operadores de los barcos sabían que tenían que ceder el derecho de paso si veían luz roja.

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El primer semáforo se instaló en Londres en el año 1868, y aunque funcionaba con brazos que indicaban qué sentido tenía que detenerse, utilizó lámparas de gas con los colores rojo y verde para el uso nocturno.

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