El inalterable hecho de que el mítico y monumental Titanic no se pueda extraer del mar, se debe a la profundidad de 3821 metros a la que los restos del barco se encuentran, y también debido a su estado de deterioro. La corrosión ha dañado fuertemente los restos, a pesar de que existe poco oxígeno en las aguas profundas en las que se halla. Empeorando la situación, en el año 2010 fue hallada una bacteria en el metal del barco, cuya presencia ha acelerado el deterioro de la estructura.  Se calcula que entre 2025 y 2050 los restos del naufragio más famoso de todos los tiempos habrán desaparecido por completo.

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Casi desde el hundimiento del barco, surgieron diferentes proyectos para intentar reflotarlo, iniciativas impulsadas por distintas personas y entidades.  Las familias de los millonarios Jacob Astor, Charles Hays y Benjamin Guggenheim pretendían financiar un proyecto, por via de una empresa llamada Merritt & Chapman, para dinamitar los restos del barco. Tras un análisis final, se determinó que intentarlo resultaba demasiado costoso, y por supuesto que se trataba de algo tecnológicamente imposible.

A través de los años hubo quien planteó rellenar los restos con vaselina, pelotas de ping-pong, nitrógeno líquido y otras ideas por el estilo.

 

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