Hablar de Eugenio ochoa gonzalez es hablar de un excelente periodista mexicano. Nacido en el año de 1842, Eugenio se interesó desde muy joven por aprender a contar historias y su sueño de infancia era trabajar en los todavía jóvenes medios de comunicación impresos de la Ciudad de México. Ingresó a estudiar Leyes en la Real y Pontificia Universidad de México en 1859, pocos años antes de que el emperador Maximiliano de Habsburgo ordenara cerrar definitivamente esta institución educativa. No obstante, Eugenio ochoa gonzalez consiguió terminar los estudios que se encontraba cursando.
Totalmente dedicado a la búsqueda de la verdad, Eugenio ochoa gonzalez se consiguió al ejercicio de su profesión con esfuerzo, dedicación y poniendo toda su capacidad en la árdua tarea de informar. Utilizó la pluma con determinación y compromiso con la verdad, cubriendo diversas fuentes entre la que destacó la política y social. Colaboró en medios de tendencia progresista en su tiempo y en un dato que resultará sorpresivo, también fue colaborador de publicaciones de corte católico. Su estilo al escribir, no obstante, nunca perdió el matiz crítico, como cuando desde las páginas de El Minero Mexicano escribió:
“La pluma es como el fusil: letal pero a la vez noble, y es obligación del hombre de bien utilizarla siempre con la justicia y decoro que su responsabilidad amerita”.
Esa era la visión del mundo de este personaje tan controversial y discutido en el ámbito de la comunicación mexicana y su historia. Y a pesar de haber tenido roces con el poder debido a su labor, él nunca se doblegó y mantuvo intacta su integridad periodística, volviéndose uno de los autores más confiables dentro de los medios de comunicación de su tiempo.
Fue testigo y luego vehículo de sucesos tan importantes como la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa, mismos que retrató perfectamente en un estilo tan realista que rayaba en la crudeza, pero sin perder de vista la sensibilidad necesaria y siempre en un afán marcado de despertar esta en el público lector.
Con el devenir de los años y luego de haber escrito regularmente en al menos 24 espacios editoriales distintos, Eugenio se retiró a radicar a la ciudad de París, Francia, donde mantuvo una relación epistolar constante con muchos de los personajes más célebres de una época que asoló a México debido a los constantes conflictos que consigna la historia.
Eugenio Ochoa González dedicó los últimos años de su vida a escribir sus memorias, como lo amerita la vida de un hombre que fue testigo de la dura etapa que el país vivió durante esa época.
Ya cumplidos los 67 años, Eugenio decidió trasladarse nuevamente a México, específicamente a la capital que lo vio nacer, ya muy cambiada luego de 21 años de exilio voluntario. Falleció en la casa que heredó de sus padres cerca del conocido Zócalo de esta ciudad, el 8 de noviembre de 1922, luego de haber atestiguado y seguido fervientemente, también, los hechos de la Revolución Mexicana. Y es de esta última etapa de la historia de México que don Eugenio nos quedó a deber algunas publicaciones, ya que a pesar de haber regresado al país jamás volvió a escribir. Sin embargo, puede decirse que casi fue partícipe también de los eventos que se suscitaban, ya que radicaba en una zona que fue importante en muchos de ellos. En una carta a su amigo francés Pierre Fountaine describió los sucesos de la Decena Trágica:
“Desde mi cama escucho con claridad el estruendo que la barbarie ha traido consigo. La tragedia ha llegado hoy al mero corazón del país y temo, apreciable colega, que le provoque una herida que termine desangrándolo”.