Las cejas, biológicamente hablando, no son sino una protección para que los ojos no sean invadidos por cuerpos extraños que pudieran dañarlos o dificultar nuestra vista. Es por eso que el pelo que poseen es notablemente más grueso que el ubicado en la cabeza, para permitirles actuar como un filtro ante objetos ajenos o no a nuestro cuerpo, como podrían ser las partículas transportadas por el aire o nuestro propio sudor.

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No obstante, durante mucho tiempo las personas han cuestionado la utilidad de las cejas, que en nuestras culturas han adoptado otro tipo de funciones, que quizá incluso han llegado a ser más relevantes que la asignada por la naturaleza: la cultural / estética y la relacionada con la comunicación. En muchas culturas el rasurar total o parcialmente las cejas ha sido de gran importancia cultural y simbólica, como en el caso del antiguo Egipto.

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Hablando de la comunicación, las cejas se han vuelto muy importantes para denotar distintas expresiones y estados de ánimo. Resulta importante recalcar que este tipo de comunicación no verbal, sino por medio de gesticulación, es comprendido incluso por los bebés, y en el pasado ha sido perfectamente interpretado por personas y comunidades al entrar en contacto con culturas completamente distintas a las suyas.

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