Se dice del escritor uruguayo Eduardo Galeano que es un “ejemplo para la juventud latinoamericana” a raíz de que lo definieran de esa manera al otorgarle en 2011 la Distinción Deodoro Roca de la Federación Universitaria de Buenos Aires, debido en parte a su amplia creación literaria comprometida con el progreso social y a la esperanza y ánimo por el porvenir que transmitía su palabra.

El autor de Las venas abiertas de América Latina invitaba constantemente a la juventud, de manera velada o directa, a soñar, a imaginar una mejor realidad para la humanidad. El siguiente es un extracto de  El derecho al delirio:

¿Qué tal si deliramos por un ratito?

¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible?

El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones.

En las calles los automóviles serán aplastados por los perros.

La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será tampoco mirada por el televisor.

El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha o el lavarropas.

Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir no más, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega.

En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar sino los que quieran cumplirlo.

Nadie vivirá para trabajar pero todos trabajaremos para vivir.

Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.

Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.

Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos.

Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.

La solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo.

La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero.

La comida no será una mercancía ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos.

Nadie morirá de hambre porque nadie morirá de indigestión.

Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura porque no habrá niños de la calle.

Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero porque no habrá niños ricos.

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.

La justicia y la libertad, hermanas siamesas, condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.

En Argentina las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.

La Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas de las tablas de Moisés y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo.

La Iglesia también dictará otro mandamiento que se le había olvidado a Dios, “amarás a la Naturaleza de la que formas parte”.

Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma.

Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados porque ellos se desesperaron de tanto esperar y ellos se perdieron por tanto buscar.

Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido cuando hayan nacido y hayan vivido donde hayan vivido, sin que importe ni un poquito las fronteras del mapa ni del tiempo.

Seremos imperfectos porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses.

Pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última.

Eduardo Galeano se ha convertido en uno de los escritores más importantes de la literatura latinoamericana. En su obra se hallan trabajos en que se combinan la literatura y poesía con la escritura documental, la ficción, el periodismo, el análisis político y la historia, y en su vida política siempre estuvo atento de los procesos sociales en latinoamérica, a los que criticaba o aplaudía según fuera el caso.

En 2011 manifestó su apoyo al movimiento estudiantil chileno con las siguientes palabras:

 

Quiero enviar un abrazo de muchos brazos a los jóvenes valientes que nos están dando a todos una lección de dignidad democrática desde las calles de Chile. Ellos, los indignados, demuestran que hay otro país posible, heredero de Balmaceda y de Allende, y que Chile no termina en las fronteras trazadas por los resignados y los indignos. Que de eso se trata, al fin y al cabo: luchando por la educación, los jóvenes educan a todos los demás. Esta protesta enseña. Yo les digo: gracias mil y suertudas suertes en tan hermosa aventura.

El escritor uruguayo tampoco dejó de hablar a la juventud sobre la vida y la realidad, de invitarla a soñar, a caminar hacia la utopía:

La utopía está en el horizonte y si está en el horizonte nunca la voy a alcanzar, porque si camino 10 pasos, la utopía se va a alejar 10 pasos, si camino 20 pasos la utopía se va a colocar 20 pasos más allá, o sea, que yo sé que nunca la alcanzaré, ¿para qué sirve? para eso, para caminar.

 

Un ejemplo de su relación con los jóvenes y sus expresiones artísticas, es su participación en 2014 en el disco Multi viral de Calle 13.

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