Los gatos son conocidos por su actitud reacia a ser bañados, e incluso, en muchos casos, a tener a cualquier contacto con el agua.

Aparentemente el miedo al agua que parece natural en los gatos domésticos se debe a que en su vida no se ven expuestos a grandes cantidades del líquido, como lo sería, por ejemplo, si habitaran en las cercanías de un lago.

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Desde los tiempos en que los seres humanos comenzaron a hacer del gato un animal doméstico, iniciaron también un proceso de alteración de su ciclo normal de vida, y con ello lo protegieron de los elementos y de otros peligros. Esto ha orientado su proceso evolutivo (desde los gatos salvajes hasta los felinos domésticos de hoy, que no gustan del agua), que los ha hecho adaptarse biológicamente a sus actuales condiciones de vida como seres dependientes de una u otra forma del ser humano.

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Sin embargo, y a pesar de que los gatos tienen un miedo natural a mojarse, es posible acostumbrarlos al agua si desde pequeños se les hace tener contacto con ella, como bien puede ser mediante baños constantes, lo cual tiene la desventaja de que reseca la piel del animal, lo que puede llegar a convertirse en una condición crónica.

 

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