Las nubes no son otra cosa que gotas de agua con forma o minúsculos cristales de agua, que flotan suspendidas en partículas de polvo atmosférico, formando depósitos. Su color característico, el blanco, se debe a que a través de ellas se dispersa la luz solar, por eso cuando son muy densas la luz no pasa con la misma intensidad y su color se torna grisáceo o cercano al negro.

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El proceso de formación de las nubes está estrechamente ligado con la evaporación del agua que se encuentra en la superficie del planeta, que en pequeñas partículas es transportada por el aire, combinándose con elementos como el polvo y la ceniza que se encuentran en el ambiente. Esta mezcla de materia se roza con el frío del ambiente, y con masas de aire de bajas temperaturas, que la desplazan rumbo a zonas con menor presión. Ahí, esta agua se condensa y da paso a los depósitos celestiales que llamamos nubes.

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