A todos nos ha pasado que los dedos u otras partes del cuerpo se nos han quedado pegadas en el hielo recién sacado del congelador. Esto se debe a que nuestra piel carece de humedad, y se congela al entrar en contacto con el bloque de hielo, creando una fina capa de agua congelada que sirve como adherente.

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El hielo, en el congelador, se encuentra a una temperatura de 20 grados bajo cero, por lo cual congela la superficie de nuestra piel y al hacerlo, se adhiere. También puede sucedernos con los labios y la lengua, a pesar de que estas partes del cuerpo sí que alojan humedad. Sin embargo, y a temperatura ambiente, el calor del cuerpo basta para derretir ese hielo y lograr liberar la parte del cuerpo adherida.

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En la Antártida, que es el lugar más frío del planeta, la temperatura corporal no basta para derretir el hielo, por lo que el tener una parte del cuerpo adherida a un hielo puede resultar de alto riesgo, y producir serias lesiones por la congelación de la piel.

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