La conversación para los adultos mayores, de ayuda para librar batallas

Llegar a la tercera edad no es un regalo que la vida nos otorgue a todos. Sin embargo, para las personas que llegan a esta edad, tampoco es fácil irse acostumbrando a los cambios que se presentan en su vida cotidiana conforme van pasando los años. La jubilación, la pérdida normal ciertas capacidades físicas, la aparición de enfermedades crónicas y de demencias seniles, la partida de los hijos, la pérdida de personas queridas, la soledad, son pequeñas batallas cotidianas que no son fáciles de enfrentar.
Las autoridades sanitarias, las residencias de ancianos, los clubes de la tercera edad, todas estas instancias hacen grandes esfuerzos por proporcionar condiciones adecuadas de salud y bienestar físico a las personas mayores, sobre todo en grandes ciudades como México, Madrid, Buenos Aires… pero el bienestar físico es sólo una parte de lo que una persona en esta edad necesita.
La conversación cotidiana y significativa es un elemento fundamental para mantener un vínculo vital con el deseo de vivir. Hablar con personas diferentes, y no sólo de recuerdos pasados y lejanos, sino también de cuestiones cotidianas. El simple hecho de mantener una conversación sobre eventos actuales, noticias, acontecimientos artísticos o películas recientes, es un gran aliciente para una persona de la tercera edad. Le permite concentrarse, le hace sentirse valorado, querido, tomado en cuenta. Por estas y otras razones es importante la conversación para los adultos mayores.
En ocasiones, sin importar si la persona de la tercera edad vive en casa con algún familiar, aún reside solo en su propio hogar, o vive en una residencia especial para personas mayores, son pocas las personas que tienen un intercambio significativo con ellos. Para muchos ancianos, esta falta de conversación cotidiana los hace sentirse un poco invisibles, sienten que pierden su valor como personas. Se opacan. Se apagan. Y eso incide en su salud física y mental, sin contar por supuesto la gran merma que ello genera en su salud emocional.
Pequeños esfuerzos de conversación, son lo que permite que la persona siga sintiendo que a pesar de que quizá ya no esté económicamente activa, de que su salud haya una merma por la edad, de que tengan problemas de movilidad o padezca una enfermedad degenerativa, siguen teniendo un lugar importante en su núcleo familiar y para la gente que está a su alrededor. Además, les permite mantener activa su mente y sentirse coherentes y útiles. ¿Vives cerca de un anciano? No dudes en conversar con él. Seguramente te lo agradecerá enormemente.

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